“¡Bienvenidos al circo de la comisura!, de la bisagra o la frontera, del salvoconducto o el malentendido, del túnel o la sutileza. Milímetro del milímetro que separa la sonrisa de la nada, el beso sexual de la nada, la ternura del asco, el desamor de la belleza, la traición del derecho a la propia intimidad, la misantropía de la identificación, el otro de uno mismo.”
El circo de la comisura es una trapecista sin bragas, un percusionista infiel (¿traición o derecho a la propia intimidad?), una mujer depilada ahogada en 20 litros de cera, un humano enriquecido (¿necesidad o insaciabilidad?)…
Comissura, un circo cuya dramaturgia básica se presenta con la exposición de 7 números clown, expone la presión de los otros hacia el propio cuerpo; cómo no sabemos distinguir entre la necesidad y la insaciabilidad; el instinto asesino y el maternal; el impulso y la derrota provocada por nuestro propio ímpetu; la belleza en el desamor (¡cuánta belleza en el desamor!); el pesimismo como acción para conmover al que mira…
Comissura nos conecta con la melancolía de reconocerse vivo, con la alegría y la extrañeza que supone la existencia, las contradicciones, la mezcla de sentimientos encontrados y sutiles. Las comisuras.
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