Juan Salvador trabaja como tramoya en un teatro. Juan Salvador ordena, ordena y ordena. Ordena un camarín, ordena pañuelos, algodones, pinceles... Juan salvador se confunde: imagina que los pañuelos son palomas, y los algodones se convierten en bombas en sus manos. De tanto ordenar e imaginar el camarín es de repente la luna, el fondo del mar, o una mansión tenebrosa. Juan Salvador vive, en su imaginación, aventuras maravillosamente absurdas que no siempre tienen final feliz y que casi siempre terminan provocando algún desastre al regresar a la realidad. Juan Salvador se decepciona, y sigue ordenando como le ordenaron. ¿Podrá Juan Salvador dejar el camarín limpio? ¿Podrá estar a la altura de los insistentes llamados de su jefe? ¿Será capaz de dejar de lado su imaginación y volver a su trabajo? Juan Salvador se atreve a leer el texto de teatro que está en la mesa del camarín, comienza así: Juan Salvador trabaja como tramoya en un teatro...
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